La inspiración se encuentra en todos lados…
En cualquiér rincón de nuestro maravilloso planeta puedes encontrar algo que despierte una enorme pasión en ti y te inspire a crear.
Yo lo sé, porque me ha pasado.
Y un buen día, encontré esa pasión con un simple lápiz.
Sí… de esos que usábamos en la escuela y que quizás ya no sabes ni cómo manejar; ¿Recuerdas?
Bueno, al menos yo no he sentido un lápiz de madera entre mis dedos hace mucho tiempo. Ya ni siquiera recuerdo su olor…
Pero ese no es el punto.
El punto es que ese día mientras dibujaba bocetos en mi tableta (digital), pude darle vida a una serie de personajes totalmente inspirado en las proporciones de un humilde lápiz amarillo.
Lo curioso es que no fue un acto consciente como tal – por lo menos al principio…
Coqueteando con la idea
Comencé como normalmente lo hago: trazando líneas y formas con la mente vacía. Absolutamente nada ocupaba mis pensamientos en ese momento…
¡Hasta que de pronto lo pude ver!
Entre dos líneas gemelas pegadas una al lado de la otra tuve la visión de añadir dos círculos pequeños. Y de esos círculos surgió un rostro.
«¡Ahá!,» pensé en voz alta…
Pude descifrar el mensaje que mi subconsciente me enviaba. Me había enamorado de una idea y no lo sabía todavía…
Es en este punto que pude sentir en los huesos la conexión entre mi dibujo y el aspecto familiar de un lápiz de madera.
¡Como un relámpago en mi cabeza, se logró una conexión!
Un cupido creativo me flechó
Su cuerpo delgado, sus líneas alargadas, rectas y firmes sirvieron como un trampolín hacia la imaginación.
Con un enfoque claro, y sintiendo una fuerte ola de inspiración en mi sangre, dejé mi mano ir…
Y así, como un loco enamorado me entregué en cuerpo y alma a la creación de un nuevo ser. Un ser que sin conocerlo todavía, le guardaba un enorme cariño.
«Mi bebé,» pensé mientras se materializaba bajo mi mano…
En poco tiempo y con algunos trazos ligeros se formó la base de mi creación. Una creación que nace de algo que parece insignificante. Un nuevo personaje que no existía antes. Unas simples líneas que han cobrado vida.
«¡Qué felicidad! He traído al mundo una nueva criatura,» pensaba mientras admiraba esa cosa rara que solo un padre puede querer.
Y luego me quedé con la duda…
¿Seré yo el padre y creador de esta caricatura, o lo será el lápiz?